Si la vida te da limones…3 min read

Si la vida te da limones, hazte una limonada. No, no, no. ¡Es al contrario! Si quieres una limonada, busca limones, o si quieres naranjada, naranjas, en la segunda actitud hay un propósito, en la primera no. Aunque hay ocasiones en las que las opciones que tenemos en la mesa son pocas, y en esas puede hacer sentido lo de la limonada, la realidad es que estas son excepciones.

Si queremos agua de coco, y se nos aparecen limones en el camino, es más sensato dejarlos ahí y seguir buscando los cocos. El tiempo y el esfuerzo que se escaparán al hacer la limonada son recursos menos en la búsqueda de la palmera. La cuestión es que la limonada es refrescante y agradable. Puede ser muy tentadora. Y podemos decir en algún momento «yo quiero cocos, pero aquí tengo limones; me hago una limonada y estaré bien». Ese punto medio es peligroso, precisamente porque es agradable.

En la búsqueda de cocos se nos atravesarán limones, naranjas, sandías y melones. Algunos frescos, algunos podridos, pero siempre envueltos como posibilidades reales de sujetos de nuestro tiempo y energía. Podemos hacer una naranjada con las naranjas, y agua de marañón con los marañones, pero si lo que buscamos es agua de coco, ellos no nos la darán.

En «be obsessed or be average» Grant Cardone plantea su punto de vista en el cual las personas vivimos entumecidas en el punto medio, el promedio. El punto medio tiene su razón de ser. Requiere menos esfuerzo, es cómodo, y en él se vive bien. Si intentamos ser obsesionados con todo y en todo, lo que lograremos es aturdirnos. Podemos hacer cualquier cosa, pero no todas las cosas. El riesgo del punto medio no es que sea malo, es precisamente que no lo es. Es lo suficientemente bueno –o «no-malo»– para no movernos a más. Porque buscar más requiere esfuerzo y riesgo, y siempre está la posibilidad de buscar y esforzarse por más. pero quedarse con menos.

Me atrevería a decir que todos coincidimos que no queremos una vida mediocre, pero a veces caemos en ella. Es que si no hay algo que nos motive a continuamente salirnos de la gravedad que tiene la comodidad, paramos cayendo en ella Ese «algo» puede personificarse de varias maneras, pero la más poderosa es a través de un propósito. Cuando tenemos una meta que queremos cumplir y aun no la hemos logrado, nos deja esa incomodidad, ese deseo de llegar a esa meta. A veces es algo trascendental, lograr el fin de una guerra, a veces algo mundano, comprar un viaje, puede ser lo que sea.

El propósito también te vuelve proactivo y no reactivo. Te hace buscar las cosas, en vez de esperar que vengan a ti. Te hace estar a la ofensiva, buscar el gol, buscar tener el control de la situación. Sí, sabemos que hay una gran cantidad de aspectos que están totalmente fuera de nuestro alcance, pero nuestra actitud hacia lo que sucede siempre será un arma que podemos tener. Con criterio, constancia y dirección, mejoramos nuestras capacidades, nuestra técnica, y nuestra visión, lo que nos permite también aumentar nuestra incidencia en la modelación de la realidad en la que estamos sumergidos. Esa realidad cambia dependiendo, a veces del azar, de nuestras capacidades para hacerlo. Un tractor arará siempre más que un rastrillo, ¿es mejor perfeccionar el rastrillo o conseguirnos un tractor?

Y es ese propósito el que puede servirte de guía cuando encuentres limones en tu camino. Si los limones te acercan a tu propósito, avanti, haz la limonada. Pero si no te ayudan, será fácil dejarlos pasar y buscar aquello que si te acerque al agua de cocos que buscas.

Claridad y propósito hacen tu vida más simple. Automatizan la toma de decisiones, y garantizan que la elección del tiempo se adecuada conforme a nuestros propósitos más profundos.