Hacer lo que hay que hacer, aunque sea aburrido3 min read

Es fácil hablar de autodisciplina. Es fácil leer libros de desarrollo personal. Es fácil platicar del tema. Es fácil convertirse en un versado en temas de éxito, felicidad, filosofía y guías prácticas. Lo que es difícil, es hacer lo que hay que hacer…aunque sea aburrido. 

La máxima dice «hay que hacer las cosas con pasión», pero la tentación está escondida en que la pasión siempre es entretenida. Quisiéramos que la inspiración esté vestida de gala todo el tiempo, pero rara vez lo está. 

Crecer está en las cosas cotidianas. En hacer lo que decidimos que íbamos a hacer. Cueste lo que cueste. Pero al aparecerse el primer obstáculo, nos vamos por la ruta del mínimo esfuerzo. 

Y no es que cueste hasta doler. El no comer lo que no debemos, porque nos propusimos ser saludables y tener cierto peso, no duele. Realmente no cuesta tanto. Se trata de decir que no. De decir que no muchas veces. Y ese decir que no muchas veces es decir un gran sí a esa vida saludable que nos propusimos. 

Aprender está al alcance de todos gracias a Internet. Algunos aprenden, otros no. Aquellos que lo hacen están dispuestos a pasar horas «aburridos» una y otra vez. Pero en el fondo aprenden a disfrutarlo. 

Quienes corren maratones, se acostumbran a correr todos los días. Quienes son campeones de karate, entrenan muchas veces por semana. Quienes son buenos estudiantes, estudian. Muchas veces renunciando a cosas que les llaman más la atención. Pero ese músculo de hacer lo que hay que hacer, no viene incluido en nuestro sistema. Hay que forjarlo. 

Así como el bíceps desarrollado del campeón de pesas no vino con él, sino que lo construyó, así nuestro músculo de sentarnos y hay que hacer es algo que depende de nosotros si lo hacemos realidad o no. 

Dejar de fumar es fácil. Dejar de comer desordenadamente es fácil. Es cuestión de hábitos. Pero hacer esos hábitos requiere que hagamos cosas aburridas. Cosas que no nos gustan. 

Es que, sino, todos serían felices. Todos serían exitosos. Todos tendrían vidas increíbles. Pero no. Está reservado para aquellos que lo elijan. Y la ventaja es que, al ser tan pocos los que lo eligen, la competencia para llegar a la cima es poca. 

Es tentador pintarlo bonito. Pero no es así. La vida no es siempre entretenida, ni excitante. La mayor parte del tiempo es «normal». Y en esa mayor parte del tiempo es que construimos lo que sea que somos. 

Joe Frazier, campeón de pesos pesados lo dijo muy bien: 

«Los campeones no se hacen en el cuadrilátero, simplemente se reconocen ahí. «

Los campeones de box se hacen en el gimnasio. Entrenando todos los días. Estableciendo rutinas, y teniendo la disciplina de seguirlas. Se forjan en la cocina, dónde comen sólo aquello que hay que comer, pese a todas las alternativas. 

Para muchos de nosotros la grandeza está en la lectura diaria, en poner en práctica aquello que leemos. Está escondida, a la espera que la llamemos, que nos comprometamos con ella. Que le dediquemos el tiempo a nuestros planes, pero sobre todo, que los pongamos en práctica. 

Facebook, Instagram y Snapchat, no te harán quién quieres ser. Participar de mil grupos de Whatsapp tampoco. Tus conocimientos de fútbol, o de cualquier otro deporte, a lo más te harán interesante. Pero, ¿quieres ser de las grandes ligas de tu área? Te tocará renunciar a muchas cosas, y enfocarte en lo importante. Te costará, lo evitarás. Te causará frustración a veces. Tendrás que pelear contigo muchas veces. Y otras tantas con tus seres queridos. Pero el premio está ahí, y depende sólo de ti que llegues a él.