Ver desde el futuro5 min read
Biff Howard era el “malo” de la película en la trilogía Back to the Future. En una de las versiones del futuro, Biff entiende que existe y el funcionamiento de la máquina del tiempo, idea un plan con trucos y con paciencia se hace de un libro de resultados deportivos en el futuro y lo traslada al pasado. Con esta información, Biff se convierte en un magnate a través de apuestas –de las que él ya sabe el resultado–, construyendo un mega imperio económico alrededor de esto. Si Biff, que no asombraba por su inteligencia, hizo esto conociendo el futuro, ¿qué no podría hacer una persona más versada?
De existir una máquina del tiempo, cualquiera que tenga conocimiento del futuro tendría un poder excepcional sobre el presente. Sabría en qué invertir, a quién apostar, en dónde no estar, qué movimientos evitar o qué ideas exponer.
Si bien la máquina del tiempo no existe, es posible poder predecir lo que viene hasta cierto punto. Hay quienes que pueden ver un poco más allá, y en base a esa visión pueden tener algunas de las ventajas que tuvo Biff. Y estas personas son aquellas que tienen una visión, y fundamentan un plan de acción en pos de esa vista, que siempre es un poco borrosa, a veces equivocada, pero siempre mejor que el que no tiene ni la visión y el plan.
La Paciencia Cómo Herramienta Del Futuro
En un mundo donde todo se mueve en tiempo real, donde queremos resultados y remedios inmediatos, la paciencia resulta ser una virtud muy fecunda para quienes la desarrollan porque permite crear un ecosistema en el que predomina el pensar antes de actual. Pero el que a eso le añade una mira al futuro, la paciencia se vuelve un súper poder.
La persona con miras al futuro sabe que comer esta pizza le hará mal a su versión del futuro, y la evita. O sabe que este placer, en el largo plazo crea más problemas que que el goce que provee, o que aquel sufrimiento rinde más satisfacciones a largo plazo. El que tiene un panorama más amplio en la línea del tiempo entiende mejor que no puede dedicarse a hacer todas las cosas que le interesan, y está menos propenso a encandilarse con cada nuevo proyecto o idea que se le cruza en el camino.
En el día a día, esta capacidad de vislumbrar, planificar y esperar no es faustuosa, no hace mucha bulla, no se nota. Pero al hacer un zoom out la diferencia es escandalosa.
Si no tenemos una visión clara del final que buscamos, todos los nuevos es seductor, atrayente y llamativo. Nuestro cerebro está programado para lo nuevo. No se trata de ir siempre a la velocidad tope, sino que se trata de ir siempre en la misma dirección.
La Trayectoria en el Tiempo
Considerando los beneficios de caminar en la misma dirección, podemos pensar la analogía de un misil, o un cohete automático. El cohete no sabe que obstáculos encontrará en el camino, si habrá ráfagas de viento, cambios en la atmósfera o pájaros en su camino. Lo que tiene claro es su objetivo. Sabiendo de dónde parte y –aproximadamente– a dónde va, puede trazar una trayectoria base sobre la cual guiará su ruta. El objetivo puede moverse, puede intentar esquivar el mísil, pero una vez este está en trayectoria, hará ajustes para acomodar los cambios que percibe en el objetivo.
Lo mismo aplica para la vida. Es necesario comprender cuál es nuestro punto de partida, nuestro destino deseado y las capacidades de nuestro misil. Una vez en el aire –que todos estamos ya en el aire– es necesario seguir el impulso que llevamos, la misma trayectoria, para alcanzar el objetivo. Al moverse el destino, ajustamos y hacemos los cambios necesarios. Lo que no podemos hacer es estar cambiando de objetivo una vez estamos en vuelo. Si vamos para marte, no podemos decidir ir ahora a la luna. Aunque nos apetezca, estaremos desperdiciando esfuerzos y energía. Incluso arriesgamos el objetivo inicial.
Nos pasa mucho, cambiamos mucho lo que queremos. El mundo tiene una variada gama de opciones. Podemos elegir casi que la que queramos, pero no podemos elegir muchas. Eso implica renunciar. Los que siguen una misma trayectoria renuncian a las otras trayectorias, a los otros objetivos.
La capacidad de tener visión, la paciencia para encontrar el momento, y la calidad de ejecución
Esta mezcla de cosas sencillas, fundamentadas en una sana autodisciplina te llevará lejos. No a todos los lugares que tal vez quieras, pero sí a los que tienes, sí o sí que ir. Ver desde el futuro da súper poderes a aquellos que lo saben ver. Será una visión borrosa, pero cierta de a dónde se moverán las cosas. Y no sólo es hacia adentro. Inhalar el aire de los tiempos, y poder olfatear los cambios, saber esperar los mejores momentos, que no son todos, ayuda a los que están dispuestos a contener el impulso, a llegar a nuevas fronteras de satisfacción.